sábado, 14 de julio de 2007

El Arte Urbano y Callejero


Suena nuestro despertador, y nos preparamos para enfrentar un duro -y en algunos casos esforzado- día laboral. En oportunidades la rutina nos agobia o el sistema de transporte nos termina por colapsar.

Por: Tania Castillo

Sin embargo, hay personas que todos los días están a metros de nosotros y se encargan de alegrar a momentos nuestro camino.

Una de estas personas es Nicolás, un joven de 18 años que desde hace un año y medio es artista callejero.
De sus inicios fueron testigos veraneantes del litoral central, donde uno de sus amigos le impartió pequeñas clases que le llevaron a descubrir lo que, hoy en día, es su gran vocación: el humor mudo.

No cuenta con preparación profesional, pero sí con las ganas y el entusiasmo de aprender y perfeccionarse en su arte. Entusiasmo que no ha sido suficiente para evitar obstáculos. Este “mimo” también se suma a la gran lista de víctimas de la delincuencia; pero no de la forma convencional. Nicolás es víctima de la estigmatización de la sociedad que lo cree delincuente.

Nicolás bautizó como su “sala de clases” la salida del metro Los Leones, de donde fue expulsado (según la administración de dicha empresa, por las aglomeraciones que ocasionaba al hacer sus rutinas, y que solo servían de carnada para los delincuentes).

Por esta razón -y sin mayor drama- trasladó sus aulas al corazón de la capital: La Plaza de Armas, que lo recibe en medio de un gran escenario artístico, donde alegra día a día de los capitalinos.

Alegría que, según este joven, sólo logra cuando expresa sentimientos.
Incluso cuando se prepara con un maquillaje improvisado que da sus ultimas señales de existencia, también esta haciendo arte.

Y así comienza la función; mientras se aleja, se escuchan olas de carcajadas que el viento y las paredes de los altos edificios de la ciudad ayudan a callar.

Este es el arte urbano, el arte callejero de la capital
.

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