miércoles, 18 de julio de 2007

Sonido Autonomo



El negocio de las discográficas independientes en Chile ha sido fructífero en los últimos años. Uno de los factores relevantes es su ágil y eficaz funcionamiento interno. Son varias y, de hecho, centenares de bandas han decidido caminar por este sendero.

Históricamente, lo que espera una banda es firmar con un sello grande; pero ahora, algunos conjuntos ya consagrados se han replanteado tener la filiación de un sello independiente.


Desafortunadamente, los denominados “sellos grandes” no apoyan lo suficiente a este nuevo semillero nacional.
Así están las cosas en nuestro rock criollo.


Álvaro Cartagena y Renato Herrera.

La autogestión


No son los primeros, pero valen los ejemplos de las bandas Guiso y Solar como casos de autogestión. Solar grabó su nuevo álbum en el local living.
Según el guitarrista, Alejandro Gómez, los motivos son elementales: Hoy existe la tecnología para no grabar necesariamente en un estudio (lo que resulta tremendamente conveniente considerando que un estudio cuesta entre $15 mil y $30 mil la hora).


En el caso del grupo musical Guiso, créditos bancarios para comprar equipos, rápido montaje de una sala de ensayo y grabación dieron pie para la fundación del sello Algo Records y así surgió su primer disco, “Sintonizar el ruido”.
La historia de Algo records pasa por sus creadores (Álvaro y Alejandro Gómez) quienes son, a las vez, integrantes de la banda Guiso, grupo que lleva apenas dos años tocando juntos. Han sacado dos discos: El sonido (2004) y Sintonizar el ruido (2002).


Los muchachos soñaban con grabar su disco y, al no tener el apoyo de ningún sello, optaron por crear y montar su propia empresa.
Son sus cuatro miembros quienes llevan las canciones a las radios, son ellos los que salen en la noche a la calle con un balde con engrudo para pegar sus carteles, y son ellos los que editan sus videos.


La experiencia de haber conseguido “tocatas” y entrevistas, más la ampliación del círculo de bandas produjo en los integrantes la idea de crear un pequeño mercado para distribuir la música.


A Algo Records se han adjuntado varias bandas como Camión, The Ganjas y Perrosky, quienes también viven con grato pasar el camino de la autonomía musical.


Los muchachos comparten y confían ciegamente que el asunto de la música independiente logra la subsistencia; “alcanza para echarle bencina al auto y tomarse unas cervezas” aseguran, sin embargo, afirman que sus pares deben agregar voluntad y nobleza.


Con el mismo norte trabaja Estación 1215, que lanzará un compilado con las mejores bandas de su concurso 2004. El disco es una herramienta promocional para que las bandas puedan buscar otros inversionistas. La que la lleva es Primavera de Praga, un grupo de rock de Los Ángeles, con mucha actitud y sonido brit.


Casi todo el mundo ha observado los miles de carteles, póster y avisos de eventos culturales y musicales pegados por toda la ciudad; son músicos locales que promueven y promocionan sus eventos y discos por sellos independientes.

Prueba de ello son las continuas “tocatas” en lugares que ya son un punto de referenciala para la cultura roquera del país. “La Batuta”, “El Galpón”, Sala Master de la radio Universidad de Chile, y hasta el mismo estadio Víctor Jara se ofrecen para abrigar el nuevo rock en Chile.

Un sello independiente es un sistema que funciona mucho más rápido, con políticas internas mucho menos engorrosas y con una menor burocracia que una multinacional.

El sistema es avalado por su simpleza, pero no por eso es poco serio.
El sello se plantea como una alternativa viable en lo artístico, técnico y comercial para la producción (no musical), promoción y distribución. Se hace un contrato en que las bandas llegan con un master y se decide la cantidad necesaria, se crea el arte del disco y se lanza al mercado.


El nivel cuantitativo de eventos hace pensar que esta nueva camada hace las cosas como aquellos grandes del rock, quienes se conformaban en sus primeros tiempos con un simple garaje para tocar e improvisar; lo más básico que necesita una banda de rock and roll.

Unidos por el gusto


La unión hace la fuerza. Al menos así lo viven los músicos independientes que han unido esfuerzos y gustos en sus propios sellos.


Uno de los pioneros en el rubro es La Corporación Fonográfica Autónoma (CFA) que, guiada por los hoy desaparecidos Fiscales Ad-Hok, reúne a bandas de punk y hardcore como Hielo Negro, Los Revoltosos y la banda femenina Lilits.
La trova criolla se agrupa bajo el sello Machi, propiedad de Sergio Tilo González (Congreso) y Rosario Salas. Han editado cinco discos, entre ellos, Cierto día, cierta noche de Alexis Venegas, En privado, de Mariela González, y Folclore urbano, de Mario Rojas, todos nominados a los premios Altazor 2002.


El movimiento hip hop, por otro lado, se ha encontrado en Mutante Records. El sello, propiedad de los productores Gonzalo González y Sebastián Domínguez, nació el año pasado y entre sus proyectos están los discos homónimos de Zikuta Ejecuta y Hermanos Brother, además de Deja el cuerpo, de la banda funk y soul Mata Hari.


Los sonidos new age no se quedan atrás.


Con ocho años de vida, Mundo Vivo es uno de los más experimentados y se ha hecho cargo de las producciones de artistas como Subhira y Andrés Cóndon.
La sicodelia y el rock de los 70’ se unen bajo el sello Cápsula, que tiene entre sus filas a bandas como Michu, Calliope, Matorral, Sónica y Amongelatina.

El aporte de los sellos pequeños


A la carencia de nuevos sonidos por parte de la industria tradicional, se imponen los sellos independientes. Alerce, Big Sur, Cápsula Discos, Mutante Records, Quemasucabeza, Corporación Fonográfica Autónoma, Mundovivo, Machi, Laraíz Producciones, entre otros, tendrán este año la palabra decisiva en cuanto a nueva música y artistas.


A esa larga lista hay que agregar las etiquetas Sello Azul y Estación 1215, que muestran el trabajo de los músicos para captar el interés de los sellos multinacionales.


La posibilidad de contar con sus propios estudios de grabación y sus expectativas de abordar el mercado con publicaciones de 500 copias por álbum en buena parte de los casos, los hacen prolíficos.


Un sello independiente gasta, cuando mucho, 5 millones de pesos en grabar y promover un disco. Una multinacional invierte alrededor de 20 millones en hacer lo mismo, pero con mejores condiciones técnicas.


Es en este mundo donde todavía hay riesgo y coraje, simplemente porque no hay mucho que perder y sí mucho que ganar cuando se acierta, como en su momento lo hicieron Los Mox con Japiagüer, el disco que vendió más de 15 mil copias y que fue editado por Big Sur.


¿Cuál es el problema de la independencia? Su bajo alcance. No tienen dinero para grandes campañas publicitarias, ni las suficientes influencias para llevar a sus artistas a la televisión.


Lo suyo se basa en la calidad de su música y en la convicción de que si ésta llegara al gran público, vendría la justa recompensa de las ventas.

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